jueves, 27 de septiembre de 2007

Tarde abriendo las puertas de los roperos

De tus antiguos amores me robé
un rosado cancán de bailarina
y una musiquita como gajos
de jugo de mandarina que se derrama
palabras de amor o de odio cuando es lo mismo
exprimidas sobre cintas de contestadores telefónicos /
una camiseta amarillo par de pomelos
sorbidos del pico en todas las mañanas de borrachera
un aro y otro y otro más
que junto con los míos
(sus pares olvidados en cajones de mis viejos amores)
formo extravagantes dúos para acompañar
florales vestidos de futuras natividades /
unas flores blancas para cubrir
la impertinencia de los focos de cien
que son ahora pañuelo en la cabeza
vestuario para esta limpieza general /
un corpiño que es la fotocopia de unas manos que tocaban
una bombacha que es / la roja gelatina donde metías la cuchara.

De entre tus antiguos amores que todavía son conservo:
un puñado de olores enfrascados en metáforas
y las ganas de que siempre sean.

Me he robado algo de la manera de quererte de todas ellas
pues ese mi amor a vos era tan fraternal, infantil casi.

Ahora ya sé como lamerte curando todos los tajos de la rosas
mientras todo crece
muy adentro.

Así es cuando florece la radicheta


martes, 25 de septiembre de 2007

La siesta estaba vestida de negro...

Y DESPUÉS MIRÁBAMOS LA VENTANA DESDE LA MADRIGUERA, UN POCO ADORMECIDOS POR ESOS OLORES

¿Es que es así como el detergente el amor, y el entusiasmo como la espuma, muy pero muy blanco? ¿Así como la hoja de ese día de la historia de los dos?
Decía yo que ya no estaba tan entusiasmada comparando esa jornada con quien sabe que días escritos en cartas, cayendo de un tobogán que corre tan largo atravesando continentes. Vos dijiste se nos acabó el romance, era alguna hora de la tarde, recién nos despertábamos, el cielo estaba como la puerta de la heladera plano y metálico. Entonces vos apretaste mi cuello con tus dos manos, los pulgares presionando los incompletos anillos de mi laringe. El dolor físico hacía nacer en mí un odio repentino. Sorprendida por esa novedosa sensación, apabullada por esa pureza y oprimida casi por la fantasía de la muerte (la específica muerte de todo mi aire vaciándome por la acción de tus manos), faltándome alternativas como hablar y decirte que basta, te golpeé la cara. Me soltaste. Puse mis manos sobre mí misma, el cuello agradecía el contacto suave y redondo de mis manos, así tan parecidas a las de mi madre. Te di la espalda, el cuerpo desnudo y convulso. Me hablaste, dijiste la forma abreviada de mi nombre, ¿pedías perdón? Preguntaste de dónde provenía, la sangre que manchaba la funda de la almohada. De tu nariz caía pesada gota de sangre, lenta y espesa como embriagada por el propio conocimiento de su peso. Entonces fue ahí que me puse tan triste y lloré cubriéndome el rostro con las manos para que no se escapen los salados olores del llanto. Lloré ruidosamente, pues algunos de los ruidos conseguían si filtrarse entre los dedos apretados.
Lo más injusto de tu caprichosa violencia había sido eso, conseguir con mis manos procurarte un daño.
Estas manos tan chiquitas que te gustan, siempre tan dispuestas para tu placer.

jueves, 13 de septiembre de 2007

domingo, 2 de septiembre de 2007

Dorado palacio de la soledad desperdiciada

Son la una y treinta y delamadrugada
empieza el miércoles y demasiadopronto
(y cuánto hacía que no volvía por acá
si es que venir sigue siendo volver).
En lo que queda despierto
de la ciudad dormida hay:
un auto azul polarizados vidrios
misterio de conductor que gira
l e n t e m e n t e
yo andando en bicicleta prestada
las ruedas avanzando por el aire
unas calles tantas veces recorridas
tan extrañas y todo cambia
un negocio increíble
(ropitas de estrella de colina)
y un edificio increíble
(fachada de pretéritos tiempos
templo cúpula de vidrio
olimpo de la moda piernas largas)
que son el mismo lugar.
También el bar pecera nuestro
ejercicio de piano o paz pan de cada día
o sea el dueño de ese bar
(que jugó dice el dueño del bar
en la primera de River él el dueño del bar)
y algún que otro viejo y el pibe
subiendo las últimas sillas apagando
las luces del bar los picos calientes
un travesti las griegas proporciones intactas
algún que otro gato algún perro
también habría supongo caminando
la madrugada solemne del miércoles.
Lo que no había era:
un bar abierto /
un almacén abierto /
nada que interrumpiera
silencio solemne de madrugada .
¡Pero sí algunos salían de ahí
muecas decepcionadas en sus rostros de identikit!
Otro había cantado cartón lleno y la máquina
corazón de metal manoseada palanca
se había tragado esas ¡las últimas!
moneditas para los caramelos de los chicos.
Algunos entran recién y algo les queda
a esa asna versión de la esperanza se aferran
el menú de siempre alfombra tan silenciosa
cajita feliz Pandora de puertas blindadas.
Está abierto el Bingo resplandecen sus luces
con todos sus fantasmas de supermercado
resplandece neón navidad todo el año
silencio blanco y colores carnada
abierto el Paraíso de los expulsados.
Hacia ahí van y cómo los delata
temblequeo en las manos de fumador abstinente
los hombros como caparazones cerrados.
La tristeza de tantos se soluciona
en los agujeros propios o en los ajenos
les gustará eso pero nada de alegría
la mirada fija perdida en la ranura
y la mano automática masturbación necesaria
suenan en el vaso tintineo agua en la boca
aplastados cascabeles de veinticinco
y sueñan con que suene vértigo catarata de plata
pagar el gas y la luz y los acreedores
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¡Hoy por la mañana también los ví!
¡Antes de entrar al trabajo!
¡Los chicos en la escuela!
¡Entremedio de los mandados!
¡Con los ruleros puestos!
¡Con las barbas sin afeitar!
¡Llegaban en bicicleta!
¡Bicicletas sin freno despintadas!
¡De gris pintadas la bolsa en el asiento!
Rigurosa procesión de fieles
firmes en la cola debajo del sol de lluvia
del ácido que desintegra los planetas!
¡Se amontonan y más se desesperan
desesperados de antes como estaban!
Es cierto que allí los esperan
que allí los reciben los brazos abiertos.
Escuchan desde adentro ruido a llaves
se agitan como perros con ruido a bolsa de alimento.
¡Solos, locos, solos!
Esperan juntos esperan solos
que el bingo abra sus puertas
bien prendidas sus luces aún en pleno día
entre azar ese que controla un informático
desperdiciar por fin esa soledad
morir lentamente envenenados
con todos esos vasos de güisqui nacional.